lunes, 16 de junio de 2008

Superando el mundo delictivo

Probablemente, usted esté cómodamente sentado en un sofá o frente a su escritorio, tomando un café o fumando un cigarrillo, protegido al interior de una habitación, pero… ¿se ha puesto a pensar que afuera de ese ambiente acogedor en la gran Lima, circulan más de 13 mil pandilleros dispuestos a acechar a sus víctimas a cualquier hora del día?

Viernes, 11 p.m., las calles de diversos distritos de Lima se ven inundadas de muchachos escondidos en los jardines, detrás de los muros, o parados en las esquinas, esperando el momento de atacar y obtener su ganancia del día. Las cifras en torno a las pandillas son poco exactas; sin embargo, aproximaciones de la Oficina de Participación Ciudadana de la PNP refieren que en el Perú, existen más de 6 mil pandillas, que concentran tanto a niños como a jóvenes; 13 mil de estos pandilleros se ubican en Lima. Dentro de los distritos que presentan mayor incidencia de pandillaje, se encuentran: San Martín de Porres, Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores y Chorrillos.

A pesar de que estas pandillas pertenecen a determinados distritos, muchas veces tienden a realizar actos delictivos en distritos aledaños. Tal es el caso de las pandillas de Chorrillos, que en los últimos meses se han ido dirigiendo con mayor intensidad hacia algunas zonas de Surco con poca seguridad, sobretodo a Próceres, San Gavino y Sagitario. Así, los fines de semana para los habitantes de estas urbanizaciones se han convertido en vandálicos festines, en donde suenan balas perdidas, se “obsequian” lluvias de piedras y abundan robos a diestra y siniestra. Este es solo uno de los numerosos casos existentes.

¿Qué hacer? Es la pregunta que muchos se formulan. Algunos distritos han emprendido medidas para disminuir la delincuencia juvenil; estas van desde medidas tradicionales como aumentar la vigilancia y serenazgos, hasta la implementación de programas de reinserción social juvenil. En Surco o Villa María del Triunfo, por ejemplo, se ha capacitado a líderes de pandillas en talleres técnicos laborales. En San Martín de Porres, se está trabajando desde los colegios a través de charlas intensas de prevención. En otros distritos, se han contratado a los ex - pandilleros como jardineros, obreros o en otros oficios. Por ejemplo, en Chorrillos, en el AA.HH. Alto Perú, hay jóvenes que ahora se desempeñan como patrulleros, vistiendo un polo que dice: Una segunda oportunidad.

A pesar de estas medidas positivas, se ha encontrado que, aun cuando los jóvenes apuestan por un cambio de vida, son los niños y púberes quienes toman la posta de las pandillas, ya sea en las calles o desde sus escuelas, con el fin de adueñarse del “poder” dejado por los otrora pandilleros. Es decir, poco vale reinsertarlos a la sociedad, si la delincuencia se convierte en un círculo vicioso, que comienza nuevamente con los menores. Es por ello que se requieren más programas orientados a la niñez, tal que se prevengan nuevos surgimientos de la delincuencia.

Si bien las medidas comentadas en el presente artículo apuntan a la disminución de la violencia juvenil y desarticulación de las pandillas, es necesario un trabajo desde el hogar, con mayor control por parte de los padres, así como acciones concretas contra la violencia familiar. Una labor conjunta entre los municipios, la comunidad y el sector privado contribuirá, no solo a mejorar la seguridad de la población, sino también a que más niños y jóvenes puedan superar el mundo delictivo.

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